19 septiembre 2017

Frases de la película: Fai bei sogni (Felices sueños) de Marco Bellocchio

Barbara Ronchi



Frases y Diálogos de la película "Fai bei sogni" (Felices sueños). Director: Marco Bellocchio, Guion: Valia Santella (Novela: Massimo Gramellini), Música: Carlo Crivelli, Fotografía: Daniele Ciprì. “Fai bei sogni” (Felices sueños) es la película más reciente del reconocido director y guionista italiano Marco Bellocchio (Bella addormentata, Sangre de mi sangre). En esta oportunidad adaptando la novela de Massimo Gramellini. La película cuenta la historia de Massimo, un niño de 9 años que vive feliz con sus padres, especialmente con su madre, quien a la vez es inestable emocionalmente, pero su hijo la adora y desarrolla una relación edípica. Su madre muere, y Massimo contrariado y abatido, por no conocer la razones de su muerte, y la distancia con su padre, crece como un conocido periodista pero con muchos traumas. La película es muy bella, Bellocchio tiene una sensibilidad especial para estos dramas íntimos, familiares y humanos. La forma en que entreteje y estructura la narración es muy virtuosa, puede ser de la novela, y permite que vayamos poco a poco explorando y descubriendo las pérdidas de Massimo. Porque en efecto, es una historia sobre las pérdidas, y la ausencia... de la madre, de la verdad, de la infancia, de la esperanza... sobre cómo condicionamos nuestra mente desde pequeños para no sufrir, obviando detalles, sobre las mentiras que nos cuentan y nos contamos a nosotros mismos. La ambientación y la fotografía es muy apropiada y trasmite la atmósfera nostálgica, tanto en el presente como en los flashbacks. También es una historia de amor, a nosotros, a las personas y a nuestros padres... al afecto, al cariño, aquel que a veces no se hace presente en la infancia, o no lo percibimos. Ya que también nos habla de los recuerdos, y como estos son selectivos de acuerdo a nuestras mismas emociones. En fin, una joya bella, triste, humana y luminosa. 



Madre de Massimo: Que tengas dulces sueños.





Nicoló Cabras



Sacerdote: Massimo, tu mamá es ahora tu ángel guardián. Hace tiempo que le pedía a Dios que la dejase volar allá arriba… para poder protegerte mejor, y Dios... se lo concedió. La llamó a su lado.
Massimo: Pero ¿cómo que pedía? ¿Concretamente "lo pedía"?
Sacerdote: Si.
Massimo: ¿Cómo puede saberlo? Si mamá se lo pidió a Dios. No le creo.
Sacerdote: Tu mamá está ahora en el Paraíso. Está mejor que nosotros allí.
Massimo: Entonces yo también quiero ir.
Sacerdote: No somos nosotros quien lo decidimos.
Massimo: Quiero verla.
Sacerdote: Cuando llegue el momento.
Massimo: ¡No puede haberse ido así, sin siquiera despedirse de mí!




Nicoló Cabras


Sacerdote: ¿Quieres que recemos juntos una plegaria por tu mamá? Dale, Señor, el descanso eterno. Un breve descanso, Señor. Y que brille para ella la luz perpetua. Para que descanse en paz. Amen. Santa María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo...
Massimo: (interrumpiendo al sacerdote):  Querida Mamá, por caridad, quédate a mi lado, ten piedad, Que la luz siempre brille en ti, toda la vida junto a mí Quédate a mi lado, por caridad no me dejes, ten piedad. Quédate a mi lado




Fabrizio Gifuni


Athos: ¿El dinero no le interesa, verdad? No es ambicioso.
Massimo: No, no soy ambicioso... Soy muy ambicioso. De hecho he venido corriendo.
Athos: No tengo anotador, no le haré ninguna pregunta, quédese tranquilo… ¿Quiere saber cómo he ganado tanto dinero? Porque estaba preparado para perder. Para perder todo en cualquier momento, todo. Me despierto a la noche... duermo poco. No tomo pastillas para dormir. Y en la oscuridad, pienso. Lo primero que viene a mi mente es... ¿Qué vendo? ¿Qué compro? Es un juego. Luego imagino algunas absurdas transacciones. Luego, al día siguiente, cuando doy la orden de vender o comprar, todos los de la Bolsa hacen lo mismo que yo. ¿Recuerda El Flautista? ¡Todas las ratas se ahogaron! ¿Pero qué sucedió con los niños? Es el azar. Ud. sabe de lo que hablo, el fútbol es también un juego de azar. Leo sus artículos. Me gustan.
Massimo: Gracias.
Athos: Un estilo concreto, nada de retórica... A los poetas hay que ponerlos a todos contra el paredón. Aún así, a Ud. el fútbol no le interesa nada, admítalo.
Massimo: No, eso no es cierto, Amo el fútbol, como mi padre y mi abuelo... Un buen partido de fútbol, donde los jugadores dejan todo en la cancha...
Athos: Es una idiotez total.




Fabrizio Gifuni


Athos: Ud. es huérfano, ¿verdad? Bien...
Massimo: Si, lo he sido. ¿Por qué? ¿Qué importancia tiene?
Athos: Vea, un hombre feliz nunca logrará nada en la vida. Sin una saludable cuota de odio... ¿Quiere escribir la historia de mi vida?




Emmanuelle Devos


Madre de Enrico: ¿Eres Massimo?
Massimo: Sí.
Madre de Enrico: El mejor amigo del alma de Enrico. Eres muy educado.
Massimo: Gracias.
Madre de Enrico: Y también buen mozo. Casi tanto como Enrico. ¿Te gusta tu vida Massimo?
Massimo: Sí, bastante.
Madre de Enrico: A mí también, muchísimo. De mi vida, me gusta mi hijo, sí, él. Estoy segura que tendrá una hermosa vida. Tengo que protegerlo, al menos hasta que cumpla 20 años. ¡Y en vez de eso fumo... qué desgraciada! Bien, metámonos en la boca del lobo. ¡Enrico!




Valerio Mastandrea


Elisa: ¿No ha tenido anteriormente ataques de pánico?
Massimo: No. Es la primera vez, por eso estaba tan asustado. Se sentía como si el corazón me fuera a explotar. Mi madre murió así, de un infarto fulminante.
Elisa: ¿tenía problemas cardíacos?
Massimo: No, al menos que yo supiera. Pero ella fue operada de cáncer de mama.
Elisa: Una cosa nada tiene que ver con la otra. ¿Cuántos años tenía?
Massimo: 38.
Elisa: A los 38 años, si antecedentes de cardiopatías... ¿Y que sería un "infarto fulminante"?
Massimo: No lo sé, eso fue lo que me dijo mi padre.
Elisa: Exactamente, cosas que se dicen.




Bérenice Bejo


Massimo: A Ud. le gusta mucho tranquilizar a sus pacientes...
Elisa: Prefiero decirles la verdad. Lo mío fue un pensamiento, basado en estadísticas. ¿Se ha preguntado el por qué de estos ataques?
Massimo: No, ya le dije, es la primera vez que me ocurre. Cuando me pongo ansioso, siempre logro controlarme. Cuando niño, después de la muerte de mi madre, tenía alguien que me ayudaba, que me aconsejaba. A veces me daba órdenes directas. Era un tipo autoritario.
Elisa: ¿Su padre?
Massimo: No.
Elisa: ¿Entonces quién, un amigo?
Massimo: Algo así, sí. Un amigo verdadero, aunque no existiese en realidad. Belfagor.
Elisa: ¿Belfagor?
Massimo: ¿Lo conoce?
Elisa: Por supuesto. ¿Qué niño no lo conoce? Era aterrador.
Massimo: Mi madre estaba hipnotizada con él, y yo también. Parecía un demonio, pero en realidad... él me ayudó muchísimo, me protegió.
Elisa: ¿De qué?
Massimo: De todo. De la soledad, del miedo, del dolor. Evitó que me volviese loco. Siempre obedecí, sin resistirme, hice todo lo que me pidió.
Elisa: ¿Y luego?
Massimo: Y luego nada, aprendí a defenderme por mí mismo, crecí.
Elisa: Si experimenta otro ataque, ahora sabrá de qué se trata, No pierda la cabeza, olvídese de Belfagor.
Massimo: Gracias. Entonces ¿no necesito tomar nada?
Elisa: No, no necesita medicación. Al menos no por ahora. Si se vuelve a sentir mal, llame a un amigo, alguien cercano.
Massimo: ¿Puede ser Ud. esa persona?




Frases de la película Fai bei sogni (Felices sueños)


Sacerdote: La presunta edad del universo se ha incrementado progresivamente. Se ha descubierto que la Tierra no es el centro del Universo que es solamente uno de los tantos cuerpos que lo habitan y que su vida deriva de la luz de una estrella, el sol. La luz es vida. ¿Qué se dice cuando alguien trae una criatura al mundo? Que ha hecho a luz. Ahora... las teorías que tratan de explicar el origen del universo son numerosas y todas merecen respeto, simplemente por el esfuerzo que se pone en... ¿Necesitas ir al baño?
Massimo: No, tengo una pregunta.
Sacerdote: Adelante. Pregunta.
Massimo: ¿Qué había antes?
Sacerdote: Ya te lo dije, la formación de la Tierra se llevó a cabo hace millones de años...
Massimo: Sí, pero antes de eso, antes que comenzara el Universo.
Sacerdote: ¿Quieres decir antes que eso? Eso nos lleva de la ciencia a la filosofía, entramos en el campo de la Fe.
Massimo: ¿Y entonces?
Sacerdote: ¿Qué querrías que hubiese? Está Dios antes de todo, solo Dios, nada más. Él es el creador del Universo. Y aún si no lo fuese, Lo sería igual. Debe serlo, para darle sentido a nuestra existencia. Es la única esperanza, la única luz.
Massimo: ¿Aún para los muertos existe esa luz?
Sacerdote: Verán la luz al final del camino... la veremos todos, los muertos y los vivos.




Dario Dal Pero


(Al final de la clase)

Massimo: Padre, yo quiero saber.
Sacerdote: ¿Saber qué?
Massimo: La respuesta.
Sacerdote: La única forma de obtener una respuesta es seguir haciendo preguntas. Nunca dejes de preguntar. Pero tú, Massimo, que haces tantas preguntas, ¿Tu rezas? Defiende tu Fe.




Dario Dal Pero


Sacerdote: ¿Y cuál es el sentido de encender todas esas luces? Respóndeme de inmediato, no prepares una mentira.
Massimo: La iglesia está muy oscura, necesita resplandecer. Es el templo de la Fe.
Sacerdote: Deja a la Fe fuera de esto, jovencito. Deberías estar en casa ahora.
Massimo: Pero Dios es luz.
Sacerdote: Entonces ¿tú crees que las luces de esta iglesia pueden recrear la luz del Reino de los Cielos?
Massimo: Intento hacer todo lo que puedo por alcanzar el Paraíso. Y más, He pagado. (le muestra unas monedas)
Sacerdote: Tú quieres abrazar nuevamente a tu madre. Lo sé. Puedo entenderlo, Pero ¿Por qué les dices a tus amigos que tu madre está viva?
Massimo: Por supuesto que está viva, la vida es eterna porque nuestras almas son inmortales. Ud. mismo me lo ha enseñado.
Sacerdote: No intentes enroscarme. Tú y tus compañeros no hablan del cielo, hablan de este mundo. Ven, siéntate. Tu mentira... es inofensiva para quien la escucha, pero no para ti. Tu madre está muerta. Desde ahí se debe recomenzar. Llora si quieres, de la mañana a la noche, lo importante es reaccionar ante el dolor, no ser la víctima.
Massimo: Si ella estuviese aún aquí...
Sacerdote: Si... "Si" es la marca del fracaso. En esta vida es "a pesar de" que se triunfa. A pesar de las peores tragedias, a pesar de las injusticias sufridas, A pesar de que tu madre esté muerta. Debes ser fuerte. Trata de ser fuerte.




Guido Caprino


Padre de Massimo: Massimo, Yo sé cuánto has sufrido. Debería haber hecho más.
Massimo: ¿Hablamos de otra cosa?
Padre de Massimo: Eso es lo que hemos hecho toda la vida. Era tan hermosa. Estaba tan... tan llena de alegría. No sabes cuánto la amaba. La forma en que reía... ¿Recuerdas cómo reía?




Valerio Mastandrea


(Reunión del equipo de redacción donde trabaja Massimo)

Jefe: Tengo aquí una carta, la quiero leer. No será una maravilla, pero al menos habla de un sentimiento real, el odio. "Escribo esta carta pensando en mi madre y en el sentimiento que tengo hacia ella. Creo que mi madre nunca ha amado a nadie, engañando tanto a todos, que la consideraban una mujer perfecta, una madre afectuosa, siempre presente, En vez, estaba siempre ausente. Pero solo yo me di cuenta. Y la odio. Sí, la odio porque el odio es el único sentimiento que ella ha sabido transmitirme. Si hubiese muerto antes, cuando era un niño, me hubiese quedado al menos el recuerdo de un amor sin límites, pero no, quiero matarla con mis propias manos. Después me odio a mí mismo, me doy asco de tener estos pensamientos. Ella es mi madre, y sí, madre hay una sola. Firmado: Simón."
No, Si-mio. Con toda honestidad, ¿saben que le contestaría? Querido Simón, cálmate y haz una buena acción, mata a tu madre y luego dispárate en la cabeza, así matas dos pájaros de un tiro. ¿se puede contestar así a un si-mio que sufre? No, no se puede. Y lo más importante, no se debe. Entonces levanto una bandera blanca. ¡Me rindo! ¡Estoy afuera! O.k. caballeros, volvamos al trabajo ¿Massimo?
Massimo: Si.
Jefe: ¿Puedo robarte un minuto?
Massimo: Por supuesto.
Jefe: Escucha, tengo una idea. ¿Por qué no intentas tú contestar esa carta?
Massimo: ¿Yo? ¿Por qué?
Jefe: Bueno, tu escribes bien, eres directo, sin ser patético...
Massimo: Sí, pero las emociones no son mi punto fuerte.
Jefe: Escucha, Sé cuánto te toca este tema, sobre tu madre... sobre cómo la perdiste, siendo un niño. Yo acababa de comenzar a trabajar aquí, estaba en mi nuevo escritorio, y el editor... Vamos, escucha, escribe lo que quieras, lo que te venga a la mente. Imagino que tú has sufrido cuando tu madre murió, las lágrimas que habrás derramado.... úsalas, usa esas lágrimas. Úsalas, no te avergüences. Y no la re-leas.




Valerio Mastandrea


Massimo (Carta):
Querido Simón, no soy quien para darle un consejo, pero puedo decirte una cosa, de la que no estoy orgulloso. Perdí a mi madre cuando era un niño. Tenía 9 años cuando ella murió. Fue para mí el vació, el pánico... No podía creer que ella se había ido. Cada vez de volvía a casa, pensaba que la encontraría allí, Pensaba que la encontraría allí, en la cocina, con la radio encendida. Cada noche, cuando estaba en la cama, abría mis ojos en la oscuridad seguro de encontrarla sentada al borde de mi cama. Para mí, no estaba muerta. Les decía a mis amigos que estaba en América. Luego crecí y dejé de hablar y de pensar en ella. No quería sufrir. Quien me amaba, se había ido, y yo no quería amar a nadie más, no por venganza, para poder sobrevivir. Si ahora me animo a escribir es porque sé que tarde o temprano el temido dolor volverá y es necesario aceptarlo. Yo he aceptado que el destino se la ha llevado, así de simple. Si me permito contestarle así, querido Simón, es solo por una razón, para que comprenda la diferencia... aún estando en conflicto con su madre... aún estando resentido hacia ella, puedo decirle que tiene la increíble fortuna de tener una madre, de tenerla consigo, de que esté viva. ¿Saber que ella existe, llegar a casa y decir: "Mamá, estás allí?" y sentirse aliviado cuando ella responde. Me han dicho que el último gesto de mi madre, la noche que falleció, fue ir a mi habitación y arroparme. Yo dormía, no me lo recuerdo. Que tengas dulces sueños. Quizás también su madre, querido Simón, haya tenido gestos de afecto, que Ud. no ha notado, o no ha entendido o simplemente no recuerda. A menudo el amor se expresa en una forma escondida, invisible, corremos el riesgo de recordar solo las cosas negativas. Pero supongamos incluso que su madre nunca lo ha abrazado, nunca le ha sonreído o acariciado, imagine si ahora, sin siquiera cerrar el periódico, se levantara y corriera abrazarla ¿Qué tendría para perder? Ciertamente no empeoraría la situación, y quién sabe, abrazándola, pueda ver en el rostro de su madre una expresión de sorpresa, una pregunta, o una lágrima. Y ahora, corra Simón, corra hacia ella, con los brazos abiertos.




Si conoces otras frases, diálogos o monólogos que destacar de la película Fai bei sogni (Felices sueños) de Marco Bellocchio deja tu comentario ;)




Marco Bellocchio

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