“¿Por qué sigues llorando? Ven conmigo. Tú fundirás campanas y yo pintaré iconos. Iremos juntos al Monasterio de la Trinidad, vamos juntos. ¡Mira que fiesta, qué alegres están todos! Tú les diste esta alegría… y estás llorando. Vamos, vamos.”
- Simplicidad sin ostentación… No pudo decirlo mejor.
- Veo que usted es un hombre sabio
- Si es así, ¿eso es bueno? Si uno es ignorante… ¿no es mejor seguir el dictado del corazón? En tanta sabiduría hay mucha pena, y quien aumenta su conocimiento aumenta su dolor.
- He oído a todos elogian a ese tal Rublev
- Él es bueno, pero no tan bueno como esto… (mirando la pintura) unos colores tan delicados. Oh señor, es justo…
- ¿Por qué se detuvo? Siga elogiándome
- No puedo. No puedo encontrar las palabras correctas. Kostantin Kostechevsky estuvo en lo cierto cuando dijo: “Solamente con verdadera perspicacia, usted puede captar su esencia”. Mientras que Andrei… y se lo diré de frente. Él es como mi hermano. Le elogian, es verdad. Él pinta bien, con delicadeza. Pero hay algo que falta en todos sus trabajos… No hay temor, no hay fe. No hay fe que salga de las profundidades de su alma. Ninguna simplicidad.