Alina:
Voichita, ¿aún me amas?
Voichita:
Te quiero, pero no como antes
Alina:
Pero, ¿cómo?
Voichita:
No sé, es diferente.
Alina:
¿Cómo que diferentes? ¿Por qué es diferente?
Voichita:
Porque ahora soy otra, Alina. Tengo a alguien más en mi alma.
Alina:
¿A quién? ¿Quién más puede estar en tu corazón, excepto yo? Voichita, ¿qué te
ha pasado?
Voichita:
Las personas cambian, Alina. El que se va, cuando regresa, ya no es la misma
persona.
Alina:
Voichita, ¿amas a ese sacerdote?
Voichita:
¿Por qué me lo preguntas?
Alina:
¿Te acuestas con él? Dime, ¿es cierto? ¿O te dijo que podrás disfrutar más con
él?
Voichita:
Te compadezco, Alina, no lo entiendes, y no sé cómo ayudarte.
Alina:
Tienes que ayudarte a ti misma Voichita. Tú misma.
Sacerdote:
Sabes, tal vez tengas un pecado más grande que no confesaste…
Voichita:
Alina, ¿le contaste sobre la masturbación?
Monja:
Dios mío…
Alina:
Te mataré (Alina enloquece y ataca a la monja)
Sacerdote:
Tráeme la cuerda de la campana, ¡rápido!
Sacerdote:
Puedes tener a todas las personas del mundo a tu lado, pero si no tienes a Dios
en tu alma, no te sirve de nada. (…) Y otra cosa, el que se va, cuando vuelve,
ya no es la misma persona ¿Entiendes?
Voichita:
Alina, ¿por qué volviste si piensas así?
Alina:
Voichita, ¿cuánto tiempo crees que te quedarás en esta cueva, toda tu vida?
Voichita:
Ahora este es mi hogar Alina
Alina:
¿A que le temas? ¿Tienes miedo a vivir?
Voichita:
El padre nos contó una parábola acerca de un hombre que viajó por el mundo para
encontrarle sentido a su vida y de otro que sólo le abrió la puerta y encontró
paz mental y a Dios en un instante.
Alina:
¿Podrías, por favor, ahorrarme historias de ese Dios tuyo? Dios esto, Dios
aquello, ¡es el cura hablando con tu boca, no tú!
Voichita:
Alina, si quieres quedarte, tendrás que abandonar el odio y cambiar tu
comportamiento. Dios no viene a la gente enojada.
Alina:
Deja de hablar como una loca, ¿no puedes hablar como una persona normal?
Voichita:
¿Qué quieres decir con “persona normal”, Alina? ¿Maldecir y decir malas
palabras? ¿Qué le dijiste a Antonia?
Alina:
No le dije nada a ella.
Voichita:
Alina… Te haría tanto bien si lograras creer.
Alina:
Voichita, pero yo creo. Cuando estuve allí, le rezaba a Dios todos los días
para que volvieras, pero por qué él no quiere, no lo entiendo.
Voichita:
Dios nos da a cada uno lo que necesitamos, no lo que queremos.
Alina:
¡Pero te necesito a ti! Vamos a dormir
Voichita:
Quiero estar sola esta noche, para rezar.
Alina:
Entonces, por favor vete y déjame aquí. Le rezaré a ese Dios tuyo para que te
dé mejores pensamientos.
Voichita:
Yo también.
Policía:
Padre, le pregunto: ¿Cree que no es culpa de nadie que la niña esté muerta?
Sacerdote:
Sólo Dios lo sabe. Él es el único sin pecado. Todos cometemos errores. Puede
que tenga mi parte de culpa, confié demasiado en mi poder y yo no fui lo
suficientemente bueno.
Policía
1: (…) El Sr. Fiscal está investigando un delito en otro lado. Un chico mató a
su madre y puso su foto en internet.
Policía
2: Dios nos libre. ¡¿Fue hoy?!
Policía
1: Esta mañana. Su primo me llamó, debe haber sido hace una hora.
Policía
2: El mal está en todas partes, lo ve…