Frases y Diálogos de la película "The Lighthouse" (El Faro). Director: Robert Eggers, Guion: Robert Eggers, Max Eggers, Música: Mark Korven, Fotografía: Jarin Blaschke (B&W).
El director de la estupenda "The Witch", su opera prima, sorprendió este año en Cannes con su segundo largometraje, ganando el premio FIPRESCI en la sección Quincena de Realizadores. Y era una de las películas que más esperaba por ver. No me ha decepcionado, finalmente le llegó una gran competidora a "Parasite" por el puesto a mejor película del año. Hay tantas cosas que decir sobre The Lighthouse que igual me quedaré corto. Si se quedan al final de los créditos verán un mensaje que dice que los diálogos de la película están basados en textos históricos y experiencias de fareros reales y del escritor Herman Melville. Y cobra sentido porque durante el metraje vas detectando muchas referencias e inspiraciones posibles, entre ellas mucho de Melville y de su obra maestra "Moby Dick". También hay mucho de mitología griega y del folklore (retomando la exploración en The Witch de los mitos), de Stevenson, y en sus detalles visuales desde los trailers me remontó inmediatamente al gran director húngaro Béla Tarr y al mismo Andrei Tarkovsky. Pero aunque haya referencias son simples esbozos de los que Eggers utiliza y se apropia para crear algo muy original e inquietante. Me encanta que como ya hizo en su opera prima, acá vuelve a ahondar en los orígenes y las bases del terror, que siempre tiene algo de místico, de fábula de ficción. La atmósfera es increíble, densa y gracias a la música mantiene una constante sensación de intriga. También siguiendo el aspecto técnico, ayuda a reforzar el ambiente de opresión (todo ocurre en un espacio entre los dos actores) el formato 1.19: 1 (que recorta los extremos de la pantalla) y la increíble fotografía en blanco y negro de Jarin Blaschke (también de The Witch). Técnicamente me parece impecable. Ni hablar de la dirección y el guión. Eggers que dirige y escribe el guión con su hermano, construyen un mito. Ambientada a finales del Siglo XIX, dos fareros se ven atrapados en una isla custodiando un faro. Uno de ellos (Robert Pattinson, excelente) llega de novato con engaños y con la ilusión de subir a la altura del faro, pero su deseo se ve frenado por el farero veterano (Willem Dafoe, increíble), quien le ordena labores menores y le restringe el acceso a la cima del faro. Ese deseo inicial se mantiene durante todo el filme y se mezcla con otros deseos y emociones que se elevan durante el tiempo enclaustrados: de poder, deseo sexual, de culpa, de compañía, entre muchos otros. Como todo cuento de marineros, se mezcla la realidad con la fantasía, pero la película también te propone una dualidad y diversas interpretaciones para darle a su trama. Pero la parte del terror, como sucedía en The Witch, no responde a escenas gratuitas y música resultona, sino que el terror emerge del ambiente y desde el interior de los personajes. Que es preciso de donde nacen las historias. Y bueno, los dos actores son increíbles y cargan gran parte del peso de la película sobre sus hombros, y a la vez sirven de objetos para representar distintos símbolos en pro de una idea más grande que abarca la película. Y ya no sigo más pero me quedan varias cosas por analizar. Sólo diré que es una estupenda película y de lo mejor del 2019. Y me impresiona la capacidad de Eggers de crear tantas imágenes memorables de seguido. Todo es planeado y significa algo, y con sólo dos actores en una isla y dentro de una casa y un faro puede generar tanto y hacer tanto. Inquietante, hipnótica, sórdida, mística, perturbadora y todo un logro.
Thomas Wake: Te he visto pelear con una gaviota. Mejor déjalos en paz. Mala suerte matar a un ave marina.
Ephraim Winslow: Más cuentos.
Thomas Wake: ¡Mala suerte matar un ave marina! No me hagas caso, muchacho. Ninguno. Prepara un poco de café. Se avecina una larga noche. Un poco de café nos vendrá bien.
Thomas Wake: ¡Maldita sea! ¡Deja que Neptuno te mate, Winslow! ¡Escuchen! Escucha, Tritón, escucha! Grita, dile a nuestro padre, el rey del mar, se elevan desde las profundidades, con toda su furia, olas negras llenas de espuma de sal, para sofocar esta joven boca con baba picante, para ahogaros, engordando vuestros órganos hasta que te pongas azul e hinchado con la sentina y la salmuera y no puede gritar más. Sólo cuando él, coronado en conchas de berberecho con la cola con tentáculos deslizándose y la barba humeante, toma con su brazo caído y con aletas, sus chillidos de tridente de coral en la tempestad y se zambulle a través de tu garganta, que se rompió, una vejiga abultada no más, pero ahora es una maldita cinta, un nada para las arpías y las almas de los marineros muertos para picotear, arañar y alimentarse, sólo para ser solapado y tragado por las aguas infinitas del temible emperador en persona, olvidado a cualquier hombre, a cualquier hora, olvidado a cualquier Dios o diablo, olvidado incluso al mar, para cualquier cosa o parte de Winslow, incluso cualquier escaneado de tu alma, ya no es Winslow, pero ahora es en sí mismo el mar.
Thomas Wake: Mira cómo tiemblas. Estás tan loco, que no sabes ni lo que es arriba ni lo que es abajo. ¿Cuánto tiempo hemos estado en esta isla? ¿Cinco semanas? ¿Dos días? ¿Dónde estamos? Ayúdame a recordar, ¿quién eres tú otra vez, Tommy? Probablemente soy un producto de tu imaginación. Esta isla es un producto de su imaginación, también. Probablemente estas vagando por una arboleda de alisos, al norte en Canadá, como un maníaco congelado hablando contigo mismo, hasta las rodillas de nieve.
Ephraim Winslow: Sólo déjame entrar en el faro, viejo. He aprendido mucho de ti. Sólo déjame mostrarte. Otra oportunidad. Perdonar y olvidar, digo. Sólo déjame entrar en ese faro, eso es todo. No me hagas rogar... O te rogaré. Suplicaré si eso es lo que quieres. Te rogaré. ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor!
Thomas Wake: Retírate.
Ephraim Winslow: ¡Bastardo egoísta! Manteniéndolo todo para ti. Dejaste a tu vieja, tus hijos, ¿para qué? ¿Para qué?
Thomas Wake: Mírate, muchacho guapo, con ojos brillantes como una dama. Vienes a esta isla jugando a ser duro. Me haces reír con tu falsa queja. Fingiste tener algún misterio en tus silencios, pero no hay ningún misterio. Eres un libro abierto. Una pintura, digo yo. Una actriz pintada gritando en los faros, una puta que quiere ser codiciada para nada más que para nacer, llorando por la cuchara de plata lo que debería haber sido. Ahora mira cómo lloras. ¡Bu! ¡Bu! ¿Qué vas a hacer? ¿Me matarás? ¿Lo harás? ¿Me matarás como si hiciste con esa gaviota?
Ephraim Winslow: Yo no...
Thomas Wake: ¡Mentiroso! ¡Perro asesino! Fuiste tú el que cambiasteis el viento sobre nosotros. Fuiste tú quien nos condenó, perro.
Thomas Wake: Estarás trabajando en el faro en poco tiempo.
Ephraim Winslow: ¿Por qué no lo he hecho?
Thomas Wake: ¿Qué?
Ephraim Winslow: El faro.
Thomas Wake: Soy el guardián de esta estación, muchacho. En alguna otra estación, puedes atender el faro.
Ephraim Winslow: El manual dice...
Thomas Wake: Mi tronco es el único libro en esta isla... Soy el guardián del faro, chico, Nunca dejé que ningún hombre la tocara... ¡No te preocupes por el faro, muchacho! ¡Es mío!
Ephraim Winslow: Como quieras.
Ephraim Winslow: ¿Qué...? ¿Qué hizo que tu último guardián se fuera?
Thomas Wake: ¿Él? ¿Segundo? Mmm-hmm. Murió. Se volvió loco, sí. Delirando sobre las sirenas, el tritón, los malos augurios y cosas por el estilo. Al final, no le quedaba más sentido que un diente de gallina. Él creía que había algún encantamiento en el faro. Se dio cuenta de que St. Elmo había lanzado su propio fuego en él. La salvación, dijo él.
Ephraim Winslow: Cuentos.
Thomas Wake: Si la muerte palidece con un triple temor hacer de las cuevas del océano nuestra cama, Dios que oye las olas rodar, se digna a salvar nuestra alma suplicante. ¡Por cuatro semanas! (Le ofrece brindar a Ephraim)
Ephraim Winslow: No, señor. Gracias.
Thomas Wake: Da mala suerte dejar un brindis sin terminar, muchacho.
Ephraim Winslow: Oh, quiere decir... Sin ánimo de ofender.
Thomas Wake: El hombre que no bebe, mejor que tenga sus razones.
Ephraim Winslow: Uh... ¿No es... Yo... Tengo entendido que va en contra de las normas, señor.
Thomas Wake: ¿Lo hiciste?
Ephraim Winslow: Lo hice, señor. De... Del manual de ellos.
Thomas Wake: No te imaginé como un hombre de lectura.
Ephraim Winslow: No estoy buscando problemas.
Thomas Wake: Entonces harás lo que yo diga. Eso también está en tu libro. Por cuatro semanas.
Si conoces otras frases, diálogos o monólogos que destacar de la película The Lighthouse (Robert Eggers) deja tu comentario ;)
Bravo,es una obra de arte sin duda. gran aporte gracias.
ResponderEliminarExcelente película, un clásico de ahora en adelante. Me recuerdan los diálogos en momentos a la elocuencia de Lovecraft
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