Frases y Diálogos de la película de animación "Ethel & Ernest". Director: Roger Mainwood, Guión: Roger Mainwood (Novela: Raymond Briggs), Música: Carl Davis, Fotografía: Animation, Reparto: Animation, Jim Broadbent, Brenda Blethyn. Una verdadera joya de película, y una de las mejores pelis que vi en lo que va del año. La película compitió en el Festival Annecy 2017, el más prestigioso en cuanto a animación. "Ethel & Ernest" es una adaptación de la novela gráfica de Raymond Briggs, quien contó en esa novela la historia de sus padres. Dirige el animador Roger Mainwood, quien además adaptó el guión. La peli me parece una joya. Muchas pelis tratan de contar historias de toda una vida, pero pocas lo hacen con tanta precisión, acierto o un buen enfoque en la línea narrativa. Acá se cuenta la historia de esta bella pareja, en la Londres de los años 20, desde que se conocen y se enamoran, y como en el desarrollo de su historia íntima, a la vez se nos va presentando de forma sutil y circunstancial los eventos importantes de la historia de Londres y mundial durante gran parte del siglo XX. Y el enfoque, a partir de esta bella relación, de dos personas de clase trabajadora sin educación formal, que salen adelante con su trabajo, y vemos los adelantos sociales, científicos, y el contraste al que se enfrentan por la sociedad, su hijo y todo su entorno. La narrativa me encantó, tiene muchos detalles, y presenta un estudio social, cultural y político a través de una bella, muy sencilla e íntima historia. Que aunque es muy británica, tiene detalles muy generales y universales sobre la construcción del núcleo familiar. Aparentemente sencilla, pero muy profunda y conmovedora, sin detenerse ni alargar momentos innecesarios. Las voces de la pareja protagonista, la hacen dos grandes monumentos británicos: Jim Broadbent y Brenda Blethyn. Una de las joyas animadas y no animadas que veo del cine en el 2017.
Ethel: Todavía no me has invitado a conocer tu casa, corazón.
Ernest: Sí, pero no es tan linda como la tuya.
Ethel: ¿Cómo que no es tan linda?
Ernest: Bueno... Hay muchos ropavejeros. Hay muchas peleas afuera de los bares. Y mujeres. Los policías no entran. Al último que fue le dieron una paliza, se sentaron en él, llamando a más policías con su silbato.
Ethel: Ernest.
Ernest: No te va a gustar, corazón.
Basada en la novela gráfica de Raymond Briggs.
Raymond Briggs: Mis papás no tenían nada de extraordinario. Nada dramático. Ningún divorcio, ni nada. Pero eran mis padres, y yo quería conmemorarlos haciendo un libro ilustrado. En realidad, es un poco extraño que un libro acerca de mis padres sea de los títulos más vendidos, junto con héroes de fútbol y recetarios. Supongo que se sentirían orgullosos. Pero también avergonzados. Me imagino que dirían: "Eso no pasó así". O: "¿Cómo puedes hablar de eso?". Pues lo hice, y aquí está su historia.
Señora de la casa: ¿Entonces quieres dejarnos?
Ethel: Sí, señora.
Señora de la casa: ¿Para casarte?
Ethel: Sí, señora.
Señora de la casa: ¿Con un hombre?
Ethel: Sí, señora.
Señora de la casa: Pues... Espero que sepas lo que estás haciendo.
Ethel: Lo siento mucho, señora.
Ernest: Dame tu equipaje, corazón. (Tarareando a Ethel) No me gusta dejarlos. Son un desastre. No pueden hacer nada sin ayuda. Se lo merecen. Tontos plutócratas.
Ethel: No necesitas usar ese lenguaje.
Ernest: ¿Qué? No te preocupes. Pronto conseguirán otra criada.
Ethel: ¡Yo no era una criada! Era una mucama. Es más, voy a casarme.
Ernest: ¡Yo también!
Ernest: Un poco diferente a tu casa, ¿no, corazón? Es mucho espacio para dos personas.
Ethel: Tal vez algún día seamos más de dos.
Ernest: ¿Qué? ¿Vamos a tener inquilinos?
Ethel: No. Aquí podría estar la habitación de nuestro bebé.
Ernest: Bonita y tibia, sobre la cocina.
Ethel: Yo siempre he querido mi propio jardín.
Ernest: Un pequeño cobertizo, para mi bicicleta y mi taller.
Ethel: Sí, pero debes mantenerlo limpio.
Ernest: No te vuelvas tan mandona, todavía ni nos hemos casado.
Ethel: Ernest, no puedo creerlo. Tenemos cocina y antecocina.
Ernest: Sala de estar y comedor. Jardín y cobertizo.
Ethel: No olvides el salón.
Ernest: Y el baño. ¡Cuántos lujos!
Ernest: ¡Al fin! Churchill tomó el poder. "Sangre, trabajo, lágrimas y sudor".
Ethel: ¡Ernest! No. Qué asco.
Ernest: Es la aristócrata que hay en ti. Sus palabras, no mías.
Ethel: Sí, pero él le hablaba a la clase obrera. No usaría esas palabras en su propia casa.
Ernest: Aquí dice que hay más de dos millones de desempleados. Tengo suerte de ser lechero, Ethel.
Ethel: Odio el carbón debajo de las escaleras. El polvo se filtra a todas partes, y es muy ordinario.
Ernest: Entonces haré con tabiques un almacén en el jardín.
Ethel: Sería encantador.
Ernest: Hice una cortina para el tanque. Para esconder las tuberías. Voy a poner ahí mi ropa de calle. Las tuberías la secarán.
Ethel: Pero tus chaquetas huelen a leche agria, Ernest.
Ernest: Sí, lo siento.
Ethel: ¿Crees que algún día te darán un ascenso?
Ernest: No, el Señor no lo quiera. A mí no. ¿Ser capataz? ¿Encerrado en un cobertizo todo el día, sumando columnas de números? Eso no es para mí. Me gusta el aire fresco.
Ethel: Pude haberme casado con un buzo.
Ernest: ¿Por qué no lo hiciste?
Ethel: Porque no lo amaba.
Ernest: Un parlamentario propone que los apartamentos para obreros tengan baño. Él es laborista, claro.
Ethel: Ellos dicen que si le das un baño a los obreros, lo usarán para guardar carbón.
Ernest: ¿Sí? Yo no he visto carbón en nuestro baño.
Ethel: ¡Ernest! No somos de la clase obrera.
Ernest: ¡Corazón! ¡Ganaron los laboristas! ¡Estamos dentro!
Ethel: Lástima por el pobre Sr. Churchill.
Ernest: Ahora los obreros estarán bien. ¡Al fin!
Ethel: Él nos salvó durante la guerra.
Ernest: ¡Es maravilloso, rayos!
Ethel: ¡Ernest! El Sr. Churchill no usa ese lenguaje. Es un caballero.
Pequeño Raymond: Yo soy laborista, mamá.
Ethel: Silencio, amor.
Radio: El gobierno anunció hoy que serán evacuados un millón y medio de niños. Los niños de las ciudades y de los pueblos...
Ethel: No. No nos quitarán al nuestro.
Ernest: Claro que sí.
Ethel: ¡No lo harán! ¡Sobre mi cadáver!
Ernest: ¡Entonces sobre el cadáver de él! ¿Es lo que quieres?
Ethel: No, Ernest.
Ernest: Es lo que va a pasar. Él tiene que irse.
Radio: Calculan que la bomba atómica que cayó sobre la ciudad de Hiroshima causó más de 100.000 muertos.
Ernest: 100.000 muertos con una sola bomba.
Ethel: Al menos terminó con todas las guerras.
Ernest: ¿En serio? ¿Por qué?
Ethel: Con bombas así, no puede haber guerras.
Ernest: ¿Por qué no?
Ethel: Todos morirían en el primer día.
Vecina: Buenos días, Sr. Briggs.
Ernest: Hermosa mañana. ¿Qué sucede, corazón?
Ethel: Él dice que quiere salirse del bachillerato para ir a la escuela de arte.
Ernest: ¿La escuela de arte? Vaya. Qué pena.
Ethel: Pudo haber estudiado en Oxford y en Cambridge. Y conseguir un buen empleo en una oficina.
Ernest: Pudo haber llegado a capataz o incluso a gerente.
(…) Ehtel: En eso no se gana dinero. Se va a morir de hambre.
Ernest: Solamente les interesa el cabello largo, la bebida… y las mujeres desnudas.
Ethel: ¡Ernest!
Ethel (a su hijo): Hola, amor. ¿Tuviste un buen día en el colegio? ¿Qué le pasa?
Ernest: Se llama adolescencia, corazón. Ellos no entienden.
Ethel: Esa lavandería parece caída del cielo. Lavé la carga completa por dos con nueve. Está completamente seca.
Ernest: Podría comprar un termostato eléctrico para el tanque. Agua caliente en el verano. Lo más moderno.
Ethel: Termostato eléctrico. Nevera eléctrica. Camión repartidor eléctrico. Mis papás nunca conocieron esa palabra.
Ernest: ¿Qué palabra, amor?
Ethel: ¡Eléctrico! En toda su casa no tenían nada eléctrico. Y todos crecimos bien.
Ernest: Tus dos hermanos murieron de niños.
Ethel: ¿Qué tiene que ver con la electricidad?
Ernest: Es el progreso, Ethel. Es la ciencia. Es el progreso científico.
Ernest: ¡Vaya! ¿Qué es esto? ¿Van a recortar la ración de carne en dos peniques? Nunca estuvo tan escasa. Hace seis años que terminó la guerra.
Ethel: Con el Sr. Churchill comíamos más carne.
Ernest: Sí, claro.
Ethel: En los bombardeos comíamos más carne.
Ernest: ¡Sí!
Ethel: En la batalla de Gran Bretaña.
Ernest: ¡Está bien!
Ethel: Ahora no puedes culpar a Hitler.
Ernest: ¡No!
Ethel: Solamente al gobierno laborista.
Vecina: Idiomas, ¿no?
Ethel: Sí. Debe estudiar francés y latín. Y matemáticas.
Vecina: ¿Aritmética?
Ethel: No, no solamente aritmética. Se llama álge... Álge... Bra.
Vecina: Y deportes, ¿juega fútbol?
Ethel: No. Juegan rugby.
Ernest: ¿Ethel?
Ethel: Lo siento, debo irme.
Ernest: No deberías contárselo a la Sra. Bennet, corazón.
Ethel: ¿Por qué no?
Ernest: Su hijo no entró a la escuela. Trabaja de albañil.
Ethel: No sé por qué no debo enorgullecerme de mi propio hijo.
Ernest: ¿Sí? Bueno, está bien.
Ethel: Mira a esos dos. Ella usa medias negras. Mira el cabello de él.
Ernest: Son estudiantes de arte, corazón. Él madurará cuando consiga un empleo.
Ethel: ¡Nunca conseguirá un empleo decente con el cabello así!
Ernest: Vaya. Hay una candidata para las elecciones generales. ¡No solamente es mujer, tiene 26 años! ¡Tengo edad para ser su padre! Y es conservadora. ¿A dónde va a llegar el mundo?
Ethel: Creí que tus laboristas creían que todos tienen los mismos derechos.
Ernest: Bueno, sí, pero... Vaya.
Ethel: A su edad podría estar casada, tener un bebé, ir a trabajar, conducir un auto, entrar al ejército, volar un avión de guerra.
Ernest: Sí, pero... Quisiera verla hacer mi trabajo.
Ethel: Ella no quiere tu trabajo. Quiere ser primer ministro. Tiene estudios.
Ernest: Y yo no, ¿verdad?
Ethel: Pues no, tú no estudiaste, ¿o sí, corazón? Yo tampoco. No podríamos llegar a primeros ministros. En fin, ¿quién quiere ser primer ministro?
Ernest: Aquí dice que quieren legalizar la homosexualidad.
Ethel: ¿Qué es eso?
Ernest: Bueno, es como cuando hay dos hombres, solamente que en vez de con una mujer, uno con el otro.
Ethel: No entiendo tus disparates, Ernest, y creo que tú tampoco. Voy a poner la tetera, ¿sí?
Ernest: Vaya. Un hombre en la luna, Ethel. Un hombre en la luna. Fantástico, ¿no?
Ethel: ¿Qué está haciendo allá?
Ernest: Solamente está caminando.
Ethel: ¿Y después?
Ernest: Volverá, supongo.
Ethel: Tal vez hagan un día de campo. Sería bonito.
Ernest: Creo que el té saldría volando al tratar de servirlo.
Ethel: ¿Por qué? ¿Hay mucho viento?
Ernest: No, por la gravedad, amor.
Ethel: Ya veo.
Imagen de la película
Parte del libro ilustrado original
Los dos grandes actores que hacen las voces de los personajes Jim Broadbent y Brenda Blethyn
Si conoces otras frases, diálogos o monólogos que destacar de la película Ethel & Ernest (Roger Mainwood) deja tu comentario ;)
Póster
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