Frases y Diálogos de la película "Mr. Turner". Director: Mike Leigh, Guión: Mike Leigh, Fotografía: Dick Pope, Música: Gary Yershon. El gran Mike Leigh sigue demostrando que es uno de los grandes. Ya hace semanas pude ver finalmente su más reciente, "Mr. Turner", a la que le tenía muchas ganas. Sobre la vida del gran artista J.M.W Turner, "El pintor de la luz" como era conocido. La película es una obra de arte y una obra maestra, otra a la cuenta de Leigh, quien demuestra que los biopic no necesariamente son flojos acercamientos a la vida de determinado personaje... Acá Leigh profundiza en la esencia del artista y del ser humano... Un ser grotesco, sensible y un genio, adelantado a su tiempo y visionario. En las dos horas y media que dura, nunca aburre... Te maravillas en cada escena, con una exquisita fotografía, que busca emular los cuadros de Turner, una gran dirección, guión... Y un prodigioso Timothy Spall, que de lejos hace la mejor actuación masculina del año. En fin, una absoluta maravilla, donde se respira, se ve y se vive el arte en cada escena. Recomendada para amantes del arte, y los que se quieran enamorar del arte.
Lady Stuckley: Sr. Turner, Muchas veces he reflexionado sobre: ¿existe alguna diferencia en la manera en que pinta un amanecer en contraposición a un atardecer?
J.M.W. Turner: Por supuesto que la hay, Lady Stuckley. Porque uno asciende, mientras que el otro...
Lady Stuckley: El otro desciende.
J.M.W. Turner: ... El otro desciende.
Lady Stuckley: ¿Y podría ser también determinado por el ángulo de la luz?
J.M.W. Turner: Bueno, es el momento, el vapor, el viento, la inestabilidad y tal. Mientras que ustedes, diosas, languidecen en el reino de Hypnos. Yo estoy de pie antes que la alondra para contemplar como explota la cabeza de Helios con el único beneficio de que el amanecer no se ve afectado...con disminución de luz.
J.M.W. Turner: ¿Color de ojos?
Sarah Danby: Azul, como el suyo.
William Turner: Magnífico.
Sarah Danby: No se olvide de su otra hija, señor, a la que se dignó a ignorar los últimos dos años. Siéntate, Georgiana. Está aprendiendo francés. Y música. Está recibiendo una educación. Lectura, escritura, aritmética, y geografía con el globo terráqueo… Siéntate derecha, Georgie. Di algo en francés.
J.M.W. Turner: Bonjour.
Georgiana: Bonjour, papá.
Sarah Danby: ¿Y se encuentra bien?
J.M.W. Turner: Sí.
Sarah Danby: No le hablo a usted, señor.
William Turner: Ehh, Disfruto de buena salud, gracias. ¿Y usted?
Sarah Danby: Vivimos lo mejor que podemos dadas las circunstancias.
William Turner: ¿Qué circunstancias serían?
Sarah Danby: Circunstancias ajustadas, señor. Pero nos las arreglamos para vivir y no gracias a su desagradecido hijo. (J.M.W. Turner sale de la sala) ¡¿Cómo te atreves a largarte así, Billy Turner?! ¡Me insultas, como siempre me has insultado! ¡Billy!
Sr. Haydon: No me es conocido el artista.
J.M.W. Turner: Flamenco. Inusualmente amplias las posaderas del querubín.
Sr. Haydon: Podría haber ganado impacto aumentando el número de flechas.
J.M.W. Turner: Bueno, su celestial amigo se las quitó.
Sr. Haydon: Apenas puedo soportar el verlo.
John Carew: Ah, el dolor en su rostro. Las marchas de resignación en él.
Sr. Haydon: Bueno, es un sacrificio voluntario, ¿no es así?
J.M.W. Turner: No fue la manera en que su pobre alma pereció. Un buen samaritano lo curó. Entonces los paganos lo apalearon hasta la muerte y dejaron su cuerpo en las alcantarillas.
Sr. Haydon: Me atrevería a cuestionar la veracidad de esa historia.
J.M.W. Turner: Ninguna buena acción queda sin castigo.
Mary Somerville: Bien, ahora, es un maravilloso y soleado día. Perfecto para nuestro experimento. Tengo todo lo que necesito en mi bolso.
J.M.W. Turner: ¿Seremos testigos de una explosión?
Mary Somerville: Dios mío, no, espero que no.
J.M.W. Turner: Me sorprende que quepa toda su parafernalia en esa pequeña bolsa.
Mary Somerville: Claro que cabe, el Sr. Turner. Todo excepto la luz solar que nos da Dios.
J.M.W. Turner: Padre, la señora Somerville es una filósofa naturalista.
William Turner: ¿De verdad?
Mary Somerville: Matemática, astrónoma, geóloga. El universo es una cosa maravillosa, ¿no es así, señor Turner?
William Turner: Ciertamente lo es.
Mary Somerville: Los planetas y las estrellas. Los océanos y las mareas. Las nubes y el aire. Montañas, volcanes... Las mareas están sujetas a la actividad lunar.
William Turner: Por supuesto. La misteriosa fuerza de la gravedad.
Mary Somerville: Creo firmemente que todo en esta tierra está conectado. Nada existe en forma aislada.
William Turner: En Efecto. La lluvia cae, el sol brilla y las cebollas crecen. Oh, sí.
J.M.W. Turner: A mi padre le encanta jugar a aparentar ser un zopenco. Pero de hecho, es muy sabio. Me enseñó a leer y escribir.
Mary Somerville: ¿Es cierto?
William Turner: La educación es importante.
Mary Somerville: Es, de hecho, lo más importante para todos. Yo misma me dedico ahora a educar a mis hijos.
William Turner: Eso sí que es digno de elogio.
Mary Somerville: Es un privilegio que yo no tuve. Soy una iletrada, autodidacta mujer escocesa.
J.M.W. Turner: Señora Somerville, es lo que es, y nosotros también, papá. En verdad.
Mary Somerville: Gracias. ¿Y cuál es su oficio, Sr. Turner?
J.M.W. Turner: Papá era el mejor barbero de Covent Garden.
William Turner: Tuve algún éxito con el negocio. Hacedor de pelucas. Era un maestro de la navaja y la brocha.
Mary Somerville: Es usted ahora el maestro de la brocha, Sr. Turner.
William Turner: Mi muchachito podía dibujar antes de aprender a leer y escribir. Me sentaba en una esquina de la barbería, Y pintarrajeaba todo con tizas y carboncillos. Ponía los dibujos en la ventana. Y los vendía, a todos. A veces, a dos o tres chelines cada uno.
Mary Somerville: ¿Usted tiene hijos, Sr. Turner?
J.M.W. Turner: No, señora Somerville.
J.M.W. Turner: Sra Somerville, ¿cuál es el elemento en la luz violeta que es capaz de magnetizar?
Mary Somerville: Eso es algo que todavía no sé, Sr. Turner.
J.M.W. Turner: La majestuosidad del misterio.
Mary Somerville: En Efecto. Ahora dejemos a la naturaleza que siga su curso. Aunque tendremos que ajustar la posición del caballete de vez en cuando.
Mary Somerville: ¿Debería hacerlos danzar un poco? Así, el extremo de la aguja expuesta al violeta produjo un polo norte magnético.
William Turner: Al igual que una brújula.
Mary Somerville: Exactamente. Mientras que, Sr. Turner, si lo hubiese hecho con extremo rojo del espectro la aguja no se hubiese magnetizado. De vez en cuando, lo he intentado con el verde y el azul y alguna vez lo he logrado, pero no de forma consistente.
J.M.W. Turner: El color es contradictorio.
Mary Somerville: Bueno, ¿lo es, Sr. Turner? El color es absoluto.
J.M.W. Turner: Sublime pero contradictorio, y aun así armonioso.
Mary Somerville: Es un hombre realmente visionario, Sr. Turner. El universo es caótico y usted nos ayuda a verlo. En la filosofía natural, nada puede ser probado, simplemente negado.
J.M.W. Turner: La pureza de su prisma, la suciedad de mi paleta. La luz natural, la oscuridad. El blanco es fuerza del bien, el negro el del diablo.
J.M.W. Turner: ¿La sra. Haydon se encuentra bien?
Sr. Haydon: No. No se ha recuperado. Me temo que puede que nunca lo haga.
J.M.W. Turner: ¿Qué la aqueja, señor?
Sr. Haydon: Hemos enterrado cinco hijos.
J.M.W. Turner: ¿De verdad?
Sr. Haydon: En el antiguo cementerio de Paddington. Quitan la tierra, extraen los ataúdes, hacen más profundo el agujero, luego vuelven a enterrar los ataúdes con el nuevo encima. Cinco veces ha tenido que pasar por esa humillación.
J.M.W. Turner: Lamentable.
Sr. Haydon: Es lamentable, Turner. Usted nunca ha tenido que soportar la pérdida de un hijo.
J.M.W. Turner: Yo no, señor.
Sr. Haydon: La muerte de un hijo, es un tema fuerte para una pintura, ¿no cree? ¿Y en qué está trabajando ahora, Turner?
J.M.W. Turner: Una obra marina.
Sr. Haydon: ¿Una obra marina? ¿No se aburre de los barcos y los cielos llameantes?
J.M.W. Turner: No, señor.
Sr. Haydon: A veces pienso que que sería mejor para mí quemar la casa. Con mi esposa, los hijos que me quedan y yo mismo dentro. Así no tendrían que cargar conmigo.
J.M.W. Turner: Su dolor es solo suyo, señor. No lo inflija a sus seres queridos.
Sr. Haydon: ¿Va a aceptar mis diez libras?
J.M.W. Turner: No lo haré, señor. Le libero de sus deudas.
Sr. Haydon: ¿Me libera? ¿Cómo?
J.M.W. Turner: Está saldada.
Sr. Haydon: No, señor. No he venido aquí buscando caridad ni lástima.
J.M.W. Turner: No tiene caridad, ni lástima, ni deuda. No la deseo en tales circunstancias. Sr. Haydon, me encuentro ocupado. Doncella, sea tan amable de escoltar al caballero hasta la calle.
John Ruskin: ¿Podría sugerir una discusión sobre la representación de mares y océanos en las bellas artes? Me doy cuenta del honor de estar en presencia de dos de los más ilustres de nuestros pintores marinos, el Sr. Turner y el Sr. Stanfield. Sin olvidar, por supuesto, ni al capitán Jones ni al Sr. Roberts, cuyos trabajos se limitan a la propia tierra firma, aunque de una manera ejemplar. Mi punto es que, lamentablemente, albergo una opinión controvertida sobre ya extinto Claude.
Capitán Jones: ¿De Verdad?
John Ruskin: Me temo que sí, capitán Jones. Debo confesar que sus obras sobre la mar me parecen insípidas, aburridas y sin inspiración.
Clarkson Stanfield: Es una declaración muy atrevida, joven señor Ruskin.
John Ruskin: Muchas gracias.
J.M.W. Turner: Claude fue un hombre de su tiempo.
John Ruskin: Y ese es mi punto, Sr. Turner, pero ese tiempo ya es casi la antigüedad. Cuando miro a una obra maestra moderna como la suya, llama mi atención la claridad con la que ha capturado el momento. Tomemos como ejemplo su cuadro “Barco de esclavos - Negreros echando por la borda a los muertos y moribundos”, el cual tengo la buena fortuna de encontrar cada mañana de camino a mi pobre desayuno. El impacto de la espumante y salada agua carmesí que consume a esos desdichados esclavos negros no deja de acelerar mi corazón. En cambio, al ver la obra de Claude, me encuentro pensando en solamente un conjunto de precisas pinceladas, que no me llenan de ningún sentimiento en absoluto, y menos de la mar.
Capitán Jones: ¡Ridículo! Le ruego me disculpe, señora Ruskin.
J.M.W. Turner: Claudio de Lorena fue un genio.
Capitán Jones: Es cierto.
John Ruskin: Percibo un exceso de modestia por parte del Sr. Turner, y no hay necesidad de tal humildad.
Clarkson Stanfield: Mr. Ruskin, señor, hacer conjeturas acerca de la pintura marina es una cosa, pero enfrentarse a los elementos, y vivir e interpretar lo que uno ve, es otra cosa.
Capitán Jones: Bien dicho.!
Sr. Roberts: Totalmente.
John Ruskin: Bueno, tal vez sea así.
J.M.W. Turner: Claude pintaba desde tierra, viendo al mar en calma desde el puerto.
John Ruskin: Oh, sí.
Madre de John Ruskin: "Bendice alma mía, al Señor, que construye su mansión sobre las aguas, y avanza en alas del viento ".
John Ruskin: Que apropiado, madre.
Madre de John Ruskin: Gracias, John. Cuando mi hijo era no era más que un niño, se le escuchó decir que "las olas del mar son agradables a la vista, pero siempre están yendo o viniendo, pero nunca toman una forma precisa que pueda verse por un segundo.
John Ruskin: Me maravillo de mi propio poder de observación, incluso cuando tenía tan solo cuatro años. En verdad.
J.M.W. Turner: Sr. Ruskin, ¿puedo proponerle una enigmática pregunta?
John Ruskin: Ah, por favor, pregunte, Sr. Turner.
J.M.W. Turner: ¿Cual encuentra más apetecible, el pastel de carne y riñón o el de carne y jamón?
John Ruskin: Debo confesar, señor Turner, que me considero incapaz de responder a esa pregunta con la concreción que desearía.
(Risas de todos)
(Mr. Turner va a tomarse una fotografía, nuevo invento de la época)
J.M.W. Turner: Percibo por su acento que vienen de las Américas.
Sr. Mayall: De la hermosa ciudad de Filadelfia, señor.
J.M.W. Turner: ¿Filadelfia? Está en la costa este, ¿no?
Sr. Mayall: Correcto, señor.
J.M.W. Turner: ¡Ouch! Tendrá que disculpar el chasquido de mis rodillas. ¿Con o sin sombrero?
Sr. Mayall: ¿Podría decirme su profesión, señor?
J.M.W. Turner: Oficial de la Corte.
Sr. Mayall: Oh. Un legislador.
J.M.W. Turner: En Efecto.
Sr. Mayall: Entonces le recomiendo dejarse el sombrero, señor. Ahora, si me lo permite para colocarle este dispositivo...
J.M.W. Turner: ¡Hey! ¿Qué es este atroz instrumento?
Sr. Mayall: Simplemente una apoyadera para sostenerlo, señor.
J.M.W. Turner: Me recuerda a un instrumento quirúrgico. ¿Es doloroso?
Sr. Mayall: No, en absoluto, se lo aseguro. Así que si me permite...
J.M.W. Turner: ¿Cuál es el objetivo de este espejo?
Sr. Mayall: Para iluminar su buen rostro, señor.
J.M.W. Turner: Como el sol sobre un lago.
Sr. Mayall: Muy gracioso, señor Booth. Muy gracioso.
J.M.W. Turner: ¿Qué se oculta detrás de esa tapa de bronce? ¿Una lente?
Sr. Mayall: Sí, señor. Una lente de vidrio.
J.M.W. Turner: ¿Como la de un telescopio?
Sr. Mayall: No, diferente a la de un telescopio, señor.
J.M.W. Turner: ¿Es prismática?
Sr. Mayall: Me temo que no, señor. Es una lente acromática.
J.M.W. Turner: Acromática…
Sr. Mayall: Ahora, permítame mirarlo con detenimiento.
J.M.W. Turner: ¿Por qué va envuelto como un maldito monje?
Sr. Mayall: Simplemente no dejo pasar la luz, señor Booth. Ah, magnífico, señor.
J.M.W. Turner: La imagen que se crea no es en color. ¿Por qué?
Sr. Mayall: Me temo que es una pregunta para la que no tengo respuesta, señor. Es un misterio…
J.M.W. Turner: Y así será por mucho tiempo.
Sr. Mayall: Ahora, si hiciera el favor de centrar su mirada en estas flores y estamos casi listos. Ahora necesito que permanezca completamente inmóvil durante los próximos diez segundos. Y... empezamos. Y ahí está.
J.M.W. Turner: ¿Listo?
Sr. Mayall: Acabado, señor.
J.M.W. Turner: Me temo que yo también estoy acabado.
Sr. Mayall: Oh, vamos, señor.
(Mr. Turner va a tomarse una fotografía con su señora. La cámara, nuevo invento)
J.M.W. Turner: Esa es la cámara. Sr. Mayall, ¿me dispensa si le hago una pregunta?
Sr. Mayall: Por favor, señor.
J.M.W. Turner: ¿Ha tomado paisajes con su artilugio?
Sr. Mayall: De vez en cuando, señor.
J.M.W. Turner: ¿Cómo cuál?
Sr. Mayall: Pues, he grabado las grandiosas cataratas del Niágara, señor.
J.M.W. Turner: ¿Cataratas del Niágara?
Sr. Mayall: Sí, señor.
J.M.W. Turner: La mayor maravilla de la naturaleza.
Sr. Mayall: Fue allí donde fui capaz una vez de capturar un arco iris.
J.M.W. Turner: Me muero de envidia. Las cataratas del Niágara son un fenómeno natural del que he querido ser testigo desde hace tiempo.
Sr. Mayall: ¿Es eso cierto, señor? Ahora, señora, señor, si me hicieran el favor de fijar su mirada en estas hermosas flores.
J.M.W. Turner: Las cataratas del Niágara. Pronto los pintores recorrerán el mundo con una caja, como un caldero, en lugar de portafolios, bajo el brazo.
Sr. Mayall: Bueno, estoy seguro de que sí. Estoy seguro.
Sr. Guillott: Turner.
J.M.W. Turner: Señor.
Sr. Guillott: Tengo una oferta para usted. Me gustan sus pinturas.
J.M.W. Turner: Bueno, gracias, señor.
Sr. Guillott: A mi esposa le agradan especialmente sus piezas que adornan nuestro salón.
J.M.W. Turner: Le ruego dé a su querida señora mis más sinceras felicitaciones.
Sr. Guillott: Lo haré, gracias. Y ahora déjeme mostrarte una de mis pinturas.
J.M.W. Turner: ¿De verdad, señor? Siento gran curiosidad… Un billete de cinco libras. Increíblemente hermoso.
Sr. Guillott: Mucho. Por todas sus pinturas, Le voy a dar veinte mil de estos. Cien mil libras. Todos sus óleos, acuarelas, dibujos, bocetos, todo lo que haya hecho.
J.M.W. Turner: Cien mil libras.
Sr. Guillott: ¿Qué me dice? Turner, soy un hombre rico, me he hecho a mí mismo. En todo el mundo, tres cuartas partes de todo lo que está escrito fue escrito con una pluma Gillott, una de las mías. Disfruto de mi riqueza. Hay dos cosas en la vida que me gustan: modelar una pluma de acero y ganar dinero, y me gusta gastar mi dinero en lo que me hace disfrutar. Y sus pinturas me hacen disfrutar sobremanera. Las quiero todas y cada una.
J.M.W. Turner: Señor... algo arrepentido y con un poco de tristeza, Lamento decirte: lamento decirle que de ninguna manera.
Sr. Guillott: ¿Por qué?
J.M.W. Turner: Han sido legadas.
Sr. Guillott: ¿Legadas? ¿a quién?
J.M.W. Turner: Al pueblo británico, señor.
Sr. Guillott: ¿Y cuánto le pagará el pueblo británico?
J.M.W. Turner: Nada.
Sr. Guillott: ¿Nada? Turner, le ofrezco una cantidad que jamás volverá a ver.
J.M.W. Turner: Es cierto, señor, y me siento honrado por ello.
Sr. Guillott: Entonces acepte mi oferta.
J.M.W. Turner: No puedo, señor. Deseo ver mi trabajo, exhibido en un solo lugar, al completo, visto por el público… ¡GRATIS!
Sr. Guillott: Turner, eso es una locura.
J.M.W. Turner: Que así sea.
Sr. Guillott: No puedes regalar tus pinturas. Son muy valiosas. No sea ridículo, hombre. Tenga algo de sentido.
J.M.W. Turner: Le deseo un buen día, señor. Buenos días, señor. Doncella, ¿sería tan amable de mostrar la salida al caballero?
Si conoces otras frases, diálogos o monólogos que destacar de la película Mr. Turner (Mike Leigh) deja tu comentario ;)
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